
En la mayoría de los hogares mexicanos, las mujeres destinan su tiempo al cuidado y protección de otras personas, un rol que a menudo implica la supervivencia de sus familias. Estas labores incluyen cocina, limpieza, educación, atención y esfuerzos por mejorar las condiciones de vida en el hogar. Con el tiempo, esta responsabilidad se ha normalizado como una tarea exclusivamente para las mujeres, e incluso llega a atribuirse como una obligación. Pese a no asignarle una remuneración económica, el tiempo dedicado al trabajo de cuidados limita las oportunidades de las mujeres para acceder a un empleo remunerado, realizar actividad física o desarrollarse personalmente.
Lo anterior es una representación más de la cultura patriarcal en México, en la que, en una familia tradicional, el hombre es el principal proveedor económico de los hogares, mientras que las mujeres deben permanecer en sus casas llevando a cabo las actividades relacionadas al cuidado. Este sistema ha sido adoptado incluso por los propios institutos proveedores de la seguridad social en México. Por ejemplo, el IMSS se limita a brindar una protección de seguridad social a las personas con un trabajo remunerado, siendo los beneficiarios principalmente los hombres. Esto se puede visualizar en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, que, durante 2024, se reportó que del total de la población económicamente activa, el 75 % corresponde al género masculino.
El hecho de que el trabajo de cuidado realizado por las mujeres en México no sea reconocido por nuestro sistema de seguridad social como 'trabajo', implica que un gran porcentaje de mujeres no tengan a servicios médicos y, mucho menos, a una pensión cuando lleguen a una edad avanzada.
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A pesar de que el trabajo de cuidados es considerado formalmente por la OIT como un trabajo, en México se reportó que, durante 2024, 31.7 millones de personas no recibieron ningún ingreso ni remuneración por el desarrollo de actividades relacionadas con cuidados. De esta población, el 75.1 % son mujeres. Para tener un mayor impacto de las cifras anteriores, el trabajo de cuidados no remunerado llegó a representar el 26.3 % del Producto Interno Bruto de México en 2024.
La OIT ha señalado que el desafío de los sistemas de seguridad social radica principalmente en garantizar la debida aplicación efectiva de los distintos niveles de cobertura, de forma equitativa e inclusiva, proporcionando prestaciones suficientes en función de las necesidades e integrando a los grupos vulnerables. De lo anterior podemos resaltar tres conceptos para poder identificar desafíos de aplicación en cualquier sistema de seguridad social:
- Cobertura: Los sistemas de seguridad social puedan ser de fácil para todas las personas.
- Suficiencia: Los beneficios de cualquier sistema de seguridad social deben ser los suficientes para los beneficiarios, así como para que los beneficiarios puedan tener una calidad de vida digna.
- Sostenibilidad: Todo sistema de seguridad social pueda ser sostenible financieramente con el paso del tiempo.
Derivado de lo anterior, el principal desafío del sistema de seguridad social en México sobre el trabajo de cuidados y perspectiva de género es la cobertura.
Las mujeres que dedican su tiempo para trabajos de cuidados en favor de sus familiares no son consideradas como trabajadoras bajo el sistema social México, por lo tanto, no tienen a un sistema de seguridad social, cubriendo una asistencia médica en caso de accidente o a una pensión, además de no reciben un salario por su trabajo.
Es necesario encontrar alternativas para poder incluir a estas personas a una protección del sistema de seguridad social y dejar de invisibilizar su trabajo en la sociedad. El hecho de que, por tantos años, su labor de cuidados haya sido ignorada, no responde a su falta reconocimiento en un futuro, es indispensable empezar a crear sistemas incluyentes para las mujeres trabajadoras de cuidados, reconociendo que las tareas domésticas si es un trabajo y por lo tanto también deben tener derechos.
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El sistema de pensiones en México tiene diversas dificultades de sostenibilidad, incluso los trabajadores asalariados cuando llegan al fin de su vida laboral tienen una pensión que no alcanza para vivir con calidad y dignamente durante su vejez, este problema de sostenibilidad ha sido expresado en distintos foros. Sin embargo, el incluir a las mujeres trabajadoras de cuidado no necesariamente debe ser interpretado como un problema adicional a la sostenibilidad del sistema de seguridad social. Es importante primero reconocer al trabajo desarrollado por las mujeres en sus hogares como el mecanismo para beneficiar a las demás personas en su bienestar y mejor calidad de vida, el cual de otra manera hubiera sido empleado por una tercera persona con la correspondiente percepción de un salario.
Es necesario promover reformas a nuestro sistema de seguridad social, asegurando un enfoque de género para brindar una protección integral, garantizando el a la seguridad social a todas las personas dedicadas a trabajos de cuidados, por el solo hecho de acreditar realizar este tipo de trabajos (afiliación al IMSS), así como buscar medidas compensatorias a las mujeres con necesidad de renunciar a su vida laboral activa y, por lo tanto, acceder a un salario para garantizar el bienestar de su familia que, indirectamente, también estaría contribuyendo al bienestar de una comunidad y a nuestra sociedad, por ejemplo el tener derecho a guarderías, un servicio médico, descuentos en diversos establecimientos o un derecho a una pensión garantizada al llegar a la edad avanzada.
*Andrea Medrisself Mendoza Pérez es abogada de la Federación Obrera Nacionalista - México.
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